Teoría sobre el Funcionamiento de la Conciencia. Daniel León

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VIDEO: Presentación en el Centro de Estudios del Parque de Estudio y Reflexión “Carcarañá” el 16 de Abril 2022


TEORÍA SOBRE EL FUNCIONAMIENTO DE LA CONCIENCIA

1- Introducción

Cuando alguien logra vincular un conjunto de ideas y lo llama “teoría”, normalmente no pretende haber arribado al conocimiento de la “realidad misma”, sino sólo – en el mejor de los casos – haberse acercado un poco más a ella. En todo caso, la teoría debe ser capaz de explicar o unificar de algún modo un conjunto de fenómenos que hasta ese momento se presentaban como aislados, sin relación entre sí. Ese es, en general, la función de las teorías: tratan de simplificar o reducir la diversidad de fenómenos que presenta el mundo, para arribar tal vez, como decía Hegel, a un “tranquilo mundo de leyes universales”.

En nuestro caso, tratándose de la conciencia, aspiramos a explicar y comprender un conjunto de vivencias internas que cada uno puede experimentar por cuenta propia. El valor de esta teoría dependerá entonces de la mayor o menor coincidencia que cada uno encuentre entre estas descripciones y sus propios registros internos.

Pero, para poder hacer efectiva dicha evaluación cada uno tendrá que practicar cierta “autoobservación” de los mecanismos de su propia conciencia. Estará mirando entonces, no tanto los objetos que surgen en la conciencia, sino los procesos involucrados en su construcción. Se acercará a una visión en cierto modo “trascendental” del funcionamiento de su propia conciencia. Si logra avanzar en dicha práctica, un nuevo mundo de experiencia podría abrirse ante su “ojo” interno.

2- Génesis de la forma mental básica

Desde hace 4000 millones de años, la Tierra es un mundo en el cual emergen las conciencias de los seres vivos. En determinado momento, una conciencia despierta, advirtiendo que recibe informaciones que provienen de un ámbito que está fuera de si. Un ámbito que está más allá de si misma. A ese ámbito, en sentido amplio, le llamaremos “mundo”.

Desde el primer momento en que surge la vida, hay ya una conciencia y un mundo. En los primeros seres unicelulares, las cianobacterias, por ejemplo, hay ya conciencia y mundo.

Para que ese mundo sea tal, dador de información para esa conciencia, en el mundo deben existir diferencias. Un ámbito sin diferencias no puede proporcionar información alguna (no tiene nada que informar). La bacteria necesita identificar dónde están las fuentes de alimento, y tal vez la ubicación de posibles depredadores. Esos son los objetos de ese mundo primigenio. Esos objetos representan las diferencias que la conciencia de la bacteria logra identificar en el mundo. En función de esas informaciones va orientando su vida. Luego, con la evolución, conciencia y mundo se van haciendo progresivamente más complejos, pero ya está dada la forma mental básica.

La forma mental básica está entonces dada por la estructura acto-objeto. La conciencia desarrolla una acción para constituir dentro de si un objeto que – no obstante – interpreta como perteneciente al mundo. Y ese es su trabajo constante. No sabe hacer otra cosa: sólo constituir objetos para ir conociendo, poco a poco, ese mundo que la rodea. Y con el paso del tiempo, va perfeccionando su función.

3- Clasificación de los objetos de conciencia

3.1- Objetos de la percepción externa: de la vista, el oído, el tacto, el olfato, el gusto.
Son las percepciones habituales del mundo que nos rodea: despertamos por la mañana y vemos la habitación donde hemos estado durmiendo, oímos los sonidos de la calle, sentimos las sensaciones de la ropa en el cuerpo a medida que nos vestimos, olemos tal vez un aroma de café que viene de la cocina, y terminamos saboreando alguna forma de desayuno.

3.2- Objetos de la percepción interna: cenestésicos y kinestésicos.
Al despertar, percibimos inmediatamente la sensación general del cuerpo, y podemos evaluar si el descanso ha sido suficientemente reparador, o si hubiéramos preferido seguir durmiendo un poco más. Pero tenemos que levantarnos, y ante la acción de las imágenes cenestésicas del caso, el cuerpo empieza a moverse y registramos las sensaciones propias del movimiento, y luego, las sensaciones que denotan el cambio de la postura corporal (nos hemos puesto de pie), etc.

3.3- Objetos del recuerdo (datos que provienen de la memoria).
Apenas hemos despertado, recordamos, con mayor o menor claridad, un sueño que acabamos de tener, y las sensaciones y emociones que acompañaron a esas imágenes oníricas. Pero al rato recordamos que tenemos ciertas cosas que hacer ese día, y los recuerdos adquieren ahora características más definidas.

3.4- Objetos de la imaginación (imágenes de todos los sentidos).
Los recuerdos del sueño son también imágenes. algunas visuales y otras cenestésicas, o kinestésicas. También puedo recordar gustos, olores y sonidos. Y todas estas imágenes pueden o no, estar acompañadas de emociones de distinto tipo. A veces las emociones que acompañan a las imágenes invaden el espacio del sueño, y se convierten en climas emocionales que cubren numerosas nuevas imágenes y situaciones. En la vigilia también aparecen imágenes que en general no tienen la capacidad de ocupar todo el ámbito de la conciencia, como en el sueño, sino que deben compartir los “recursos disponibles” con las percepciones, que muchas veces ocupan una posición central. Pero siempre están las imágenes acompañando a la percepción y constituyendo un ámbito de copresencia, como veremos luego con más detalle.

3.5- Objetos de la abstracción (ideas de diferentes campos: de la vida cotidiana, o de ámbitos específicos como matemáticas, filosofía, psicología, etc).

Si al recordar aquello que teníamos que hacer ese día hemos decidido hacer un plan, eso ya tiene características abstractas. Un plan de acción es una idea abstracta, aunque al revisarlo se lo experimente como una sucesión de imágenes. Cualquier proyecto de acción en el mundo comienza como una idea abstracta. Luego puede expresarse verbalmente o no. O puede concretarse como imagen.

Lo mismo pasa con cualquier cosa que quiera uno decir. Antes de concretarse en la forma del lenguaje, está la intención de decir, y una idea mas o menos definida de lo que se quiere decir.
El objeto abstracto de conciencia es anterior al lenguaje. El objeto abstracto es el ente originario. El lenguaje viene después. Entonces ¿es posible pensar sin palabras, sin conceptos ya formados? Es posible pero no es lo que sucede habitualmente. Normalmente el pensamiento procede encadenando conceptos ya existentes, que pueden haber sido creados por la propia conciencia o pueden haber sido adquiridos a través del aprendizaje. La conciencia siempre opera sobre un sustrato de conceptos y creencias adquiridas durante su formación. Pero mediante el ejercicio del pensar a veces surge un nuevo concepto para el cual no existen palabras. El filósofo entonces crea una, pero, si es un místico, tal vez prefiera permanecer en silencio.

4- Relato de una típica situación de la conciencia

“Estoy en un parque, sentado en un banco bajo la sombra de un árbol frondoso. Hay un aire fresco, en medio de la fuga de la luz solar al filo del atardecer. Desde algún sitio cercano llega la música tocada aparentemente en vivo por un conjunto folklórico. Pasan por mi mente algunas asociaciones: recuerdo a Mercedes Sosa en mi adolescencia, a Cafrune asesinado, el exilio… Cierta incomodidad en el banco me devuelve al presente…

Aquí estamos, me digo, nuevamente… la conciencia del presente va y viene… ahora recuerdo que mañana tengo algunas cosas que hacer…. Todos los objetos que percibo tienen para mi un significado, se relacionan entre si, y tambien con objetos de mi pasado, mi presente, mi futuro… estoy aquí, pero también el pasado, otros “presentes” y el futuro están en mi… hay un mundo espacial y hay un mundo temporal que me rodea. Esta es la situación de mi conciencia. Una situación que no he elegido, sino que me ha tocado vivir. También observo que es una situación siempre abierta al cambio: cualquier accidente podría desarticularla”.

5- El mismo relato pero identificando los diversos objetos de conciencia

“Estoy (la imagen de mi mismo) en un parque (el parque como unidad), sentado (sensación kinestésica de la posición del cuerpo, sensación táctil de las piernas) en un banco (objeto percibido y sentido) bajo la sombra (conciencia de la posición y de la sombra como objeto) de un árbol frondoso (objeto de la percepción visual). Hay un aire fresco (percepción del aire como objeto del tacto, con la conciencia estructurando todo, y asignando esta sensación al “aire” (como imagen) que me rodea), en medio de la fuga (alegoría) de la luz solar (objeto de percepción visual) al filo del atardecer (alegoría y percepción del atardecer como objeto, como situación global del momento).

Desde algún sitio cercano (imagen difusa) llega la música (objeto de percepción auditiva) tocada aparentemente en vivo por un conjunto folklórico (imagen de una suposición de la conciencia). Pasan por mi mente algunas asociaciones (la conciencia como objeto de si misma y como continente de algunas imágenes que se asocian entre si): recuerdo a Mercedes Sosa en mi adolescencia (una imagen asociada a un recuerdo lejano y fugaz), a Cafrune asesinado (otra imagen cargada de sentimientos encontrados), el exilio (recuerdos de zonas de memoria que cuentan con cierta unidad)… Cierta incomodidad (sensación) en el banco (percepción táctil) me devuelve al presente (nueva percepción del “presente” como unidad percibida)…

Aquí estamos, me digo, nuevamente (otra vez la imagen de si relacionada con el “presente”)… la conciencia del presente va y viene (recuerdo del pasado inmediato e idea sobre el funcionamiento de la conciencia) … ahora recuerdo (conciencia sobre el surgimiento de un recuerdo como objeto de conciencia) que mañana (imagen difusa de futuro) tengo algunas cosas que hacer (imágenes de cosas por hacer)…. Todos los objetos que percibo tienen para mi un significado (idea abstracta sobre una propiedad de la conciencia), se relacionan entre si, y también con objetos de mi pasado, mi presente, mi futuro (la idea involucra los conceptos de pasado, presente y futuro)… estoy aquí (el presente y el yo), pero también el pasado, otros “presentes” y el futuro están en mi (imágenes de otros tiempos y el yo)… hay un mundo espacial y hay un mundo temporal que me rodea (conceptos de “mundos” de tiempo y espacio) .

Esta es la situación de mi conciencia (un concepto a modo de conclusión). Una situación que no he elegido, sino que me ha tocado vivir (idea producto de la reflexión). También observo que es una situación siempre abierta al cambio: cualquier accidente podría desarticularla” (observación de la idea de situación en relación con la idea de accidente) (este último párrafo está constituido enteramente por una cadena de objetos abstractos. El sujeto piensa relacionando conceptos. Mientras tanto, la percepción del mundo pasa a un segundo plano).

6- Observaciones sobre el relato

Esta vivencia completa puede haber durado un minuto, y en ese lapso de tiempo la conciencia parece haber estructurado unos 40 objetos. En principio, el cálculo indica que cada objeto ha demandado un promedio de 1,5 segundos para su estructuración. Esta es la percepción que la conciencia tiene sobre si misma.

No obstante, veremos a continuación que la cantidad de objetos estructurados en ese lapso de un minuto es mucho mayor. Mientras la persona recuerda situaciones de su pasado e imagina situaciones de su futuro, no deja de tener cierta noción de estar en el parque. Lo mismo sucede mientras la persona reflexiona sobre su propio funcionamiento mental. Siempre sabe copresentemente que está en el parque (aunque podría perder esa copresencia).

Para mantener esta situación de continuidad y presencia, se necesitan numerosos objetos adicionales. Pero además, cada objeto recordado o imaginado suscita rápidas asociaciones que pueden no quedar en el registro, que pueden no ser recordadas en el momento de constituir el relato. Pero esas rápidas asociaciones otorgan “color” y significación emotiva a las distintas imágenes, y muestran la existencia de numerosas estructuraciones adicionales que no aparecen en el relato.

En el relato sólo figuran los objetos presentes en la conciencia. Lo co-presente no figura, pero contribuye decisivamente a la significación de los objetos presentes. Vale la pena preguntarse por el
fenómeno del significado de los objetos de conciencia. ¿Cómo se produce este fenómeno?¿Cómo se produce el reconocimiento y la significación de un objeto que acaba se ser percibido?

7- Significado de los objetos de conciencia. Presencia y copresencia

Si voy caminando por la calle normalmente percibo gran cantidad de objetos. Personas, animales, autos, casas, calles, etc. Normalmente reconozco cada uno de ellos, pero su percepción es, podríamos decir, superficial. No altera mi estado de ánimo. Percibo todo aquello en un estado de neutralidad emocional. Pero súbitamente, a la vuelta de la esquina, aparece un amigo que hace mucho que no veía.

En este caso, ante la percepción de ese particular objeto, se observa una alteración emocional, y numerosas imágenes pasan fugazmente por la conciencia. Este objeto tiene una significación especial. Esas imágenes que se asocian a la percepción de mi amigo, traen cada una un clima emotivo particular. La conciencia se ha fijado particularmente en este objeto y han surgido numerosos objetos adicionales relacionados con él. Este conjunto de objetos adicionales ha pasado muy velozmente por la conciencia. Casi no alcanzo a observar estas veloces imágenes. Pero dejan su “sabor” y otorgan un particular significado a ese objeto que ocupa una posición central en la conciencia.

Los objetos que venía percibiendo antes de ver a mi amigo, también despiertan asociaciones, pero el conjunto de imágenes es menor y no produce cambios emotivos. Cada persona es equivalente a otra, y lo mismo pasa con los otros objetos: un auto, otro, otro mas…la calle, los negocios… de todas maneras, es claro que estos objetos no están aislados en la memoria.

En la memoria, esa compañera inseparable de la conciencia, todos los objetos se encuentran en distintos puntos de una estructura de múltiples dimensiones. Una matriz de múltiples dimensiones, podría decirse.

Cada objeto tiene un “medio inmediato” que lo rodea. Ese medio inmediato le otorga identidad y significación. Cuando la conciencia reconoce un objeto es porque lo ha ubicado en la memoria junto con su medio inmediato. A ese medio inmediato le llamamos “ámbito de copresencia”. La percepción de mi amigo ocupa un lugar central; es “la presencia”, las demás imágenes que lo rodean son “la copresencia”.

Si quiero contarle a alguien qué o quién es determinado “objeto” lo que hago es describirle a ese alguien cómo es ese ámbito de copresencia que rodea al objeto. Con qué se relaciona ese objeto. No hay otro modo de hablar de él.

A veces sucede que se reconoce a alguien pero se advierte que ese alguien corresponde a un entorno diferente al actual. Por ejemplo, estoy en la cola de un supermercado y adelante mio, en la
cola, reconozco al mecánico que me arregla el auto… es como un personaje de otra historieta. Reconozco el objeto pero no reconozco su medio habitual.

8- Actos y objetos ¿con qué frecuencia?

Ya hemos explicado que la conciencia trabaja en base a la configuración de objetos mentales, mediante actos de conciencia. Al escuchar esa música, primero la reconozco como tal, y luego identifico su género. Son actos de la conciencia basados en los datos de los sentidos, y en datos de la memoria.

Estando sentado en el banco, veo pasar a un niño conduciendo una bicicleta. Su movimiento se me aparece como continuo, pero se, por otras investigaciones, que se trata de una ilusión. Cada imagen, en la retina, tiene una persistencia de alrededor de 30 milisegundos.

No puede surgir una nueva imagen hasta que se ha completado ese lapso de tiempo. Debido a esto, lo que percibe nuestro ojo son “cuadros” a razón de (aproximadamente) 30 por segundo. Por eso el cine necesita tener al menos esa velocidad para producir la ilusión del movimiento.

También se conoce el tiempo que tarda una señal neuronal para llegar desde los pies hasta el cerebro: 30 milisegundos! ¿Coincidencia? ¡De ninguna manera! Es de suponer que todos los parámetros físicos y neuronales han ido evolucionando paralelamente a lo largo de los millones de años de la evolución.

Esto nos permite inferir, que también el tiempo de configuración de los objetos de conciencia debe ser aproximadamente de 30 milisegundos. ¿Para qué se podría necesitar un tiempo menor de configuración si los datos del sentido de la vista (probablemente el sentido más importante de los vertebrados superiores) no pueden llegar con una velocidad mayor debido a la inercia de la retina?.

Lo anterior nos lleva a inferir que para mantener actualizada la realidad circundante, la conciencia trabaja con aproximadamente una velocidad de 30 actos de configuración por segundo. Pero pueden existir otros actos de configuración que no dependen ya de datos de los sentidos, sino que constituyen actos de relación entre los datos (ya configurados) de los sentidos y los datos existentes en la memoria. Tales “actos de relación” corresponden en principio a las conocidas vías asociativas que proceden “automáticamente” – podríamos decir – por contigüidad, similitud y contraste.

Dando ejemplos, si el objeto que se acaba de configurar con datos de los sentidos fuese un perro, por contigüidad podría asociarse con un gato, si el objeto fuera un avión, podría – por similitud – asociarse con un pájaro, y si fuese una persona de gran riqueza, podría – por contraste – asociarse mentalmente con una persona pobre.

También pueden producirse estas asociaciones por una situación de contigüidad en la memoria, es decir, porque ambos objetos fueron percibidos en algún momento anterior, conjuntamente. Por ejemplo, recuerdo que cuando íbamos a festejar el fin de año a la casa de mi abuela, mi tío Julio siempre estaba allí.

Estos actos de asociación traen al presente datos de memoria, y representan nuevas estructuraciones de la conciencia, y pueden ser más veloces que los actos de percepción. Es de suponer que los impulsos de comunicación entre conciencia y memoria necesitan recorrer mucha menor distancia neuronal que la necesaria entre la conciencia y los sentidos externos. Pero de todos modos, considerando las longitudes involucradas en uno y otro caso, nos mantenemos siempre dentro del orden de magnitud de los milisegundos como tiempo necesario para la estructuración de nuevos objetos. No son segundos ni microsegundos, son milisegundos (milésimas de segundo).

9- El punto central de esta hipótesis

La idea central que estamos proponiendo aquí, es que los actos de conciencia (que pueden ser 30 por segundo), se reparten entre diversas actividades. La mayoría se ocupa del objeto central de la percepción, mientras que otros se ocupan de las imágenes y contenidos asociados con ese objeto en la memoria, o de otras actividades.

Si se dispone de capacidad para producir 30 actos por segundo, estas asociaciones pueden producirse sin ser evidentes para la propia percepción consciente del sujeto, justamente porque son objetos aislados que pasan muy rápidamente por la conciencia. Como ya señalamos, estas asociaciones producen el “campo de copresencia”, porque hay un objeto “presente” o “central” que es el objeto de la percepción, y hay un conjunto de otros objetos que no están en el centro, pero que se relacionan con él, y permiten configurarlo y reconocerlo.

Si no fuera por estas asociaciones que se producen por medio de algunos actos de conciencia, nuestro objeto no podría ser reconocido, ni podría tener un significado para nosotros. Veamos que hacemos cuando queremos explicarle a alguien qué es determinado objeto.

Supongamos que un niño pregunta qué es un aparato que su padre ha puesto sobre la mesa. El padre le explica que es un taladro eléctrico, que se enchufa en la corriente, y sirve para hacer perforaciones en la pared, por ejemplo. Se observa que para poder explicar o definir qué es determinado objeto, es necesario relacionar ese objeto con otros, en este caso “corriente”, “perforaciones” y “pared”. Si no se establecen estas relaciones, nada se puede decir sobre el objeto.

Dicho de otro modo: cuando alguien pregunta ¿qué es ese objeto?, se responde mostrando su ámbito de copresencia. Lo mismo hace la conciencia, automáticamente, cuando quiere identificar un objeto cualquiera. Así que, ningún objeto existe aislado en nuestra mente, sino en relación con otros, formando estructuras que le dan significado y sentido.

La conciencia explora automáticamente ese ámbito de copresencia que rodea al objeto en memoria por medio de algunos actos de estructuración, y así se produce automáticamente el acto de reconocimiento. Pero en la memoria inmediata, que es la que marca la percepción del presente (el “presente” es en realidad un pasado inmediato), solo queda grabada la percepción y el reconocimiento del objeto central, con las connotaciones del caso.

10- La división atencional

Si los actos de estructuración (30 por segundo) se reparten entre dos fuentes de información, por ejemplo dos personas que hablan sobre temas diferentes, la conciencia puede perfectamente registrar ambos discursos con el simple recurso de distribuir equitativamente los actos de conciencia entre uno y otro. Por ejemplo, los actos impares (1,3,5, etc.) atendiendo al orador A, y los actos pares (2, 4, 6, etc.) atendiendo al orador B. La habilidad para hacer esto requerirá de cierto entrenamiento, pero es un hecho comprobado experimentalmente que tal cosa es posible, y aquí encuentra una simple explicación.

El mismo concepto de división atencional puede aplicarse a la ejecución de algunos instrumentos musicales. Quien comienza a estudiar piano, por ejemplo, inmediatamente registra la dificultad de realizar diferentes ejecuciones con la mano derecha y con la mano izquierda. Armonizar ambos procesos requiere de entrenamiento, y esto también puede ser explicado por la hipótesis de que el pianista destina (automáticamente) ciertos objetos de conciencia para la mano izquierda y otros para la mano derecha.

El que lleva esta división atencional a un extremo es el director de orquesta, capaz de registrar la ejecución simultánea de, por ejemplo, 50 instrumentos, y advertir si alguno está fuera de tiempo o desafinado. Tal vez el especial entrenamiento de un director de orquesta puede producir un aumento de la tasa de “muestreo” de 30 por segundo, pero, aunque así no fuera, esa tasa de 30 parece suficiente para mantener actualizado un registro independiente en la memoria para cada uno de esos 50 instrumentos.

Obsérvese que parece ser requisito sine qua non que el director debe estar totalmente concentrado en su función. Esto abona otra hipótesis: que la capacidad de llevar adelante gran cantidad de actos de estructuración de objetos por segundo, está relacionada con el nivel energético presente en la conciencia. No caben distracciones en la función del director, así como tampoco caben distracciones en un piloto de avión durante el aterrizaje, o en un cirujano que ejecuta una peligrosa operación. En estos casos, todos los actos-objetos de la conciencia están constreñidos fuertemente al ámbito de la actividad que se está llevando adelante.

11- “Multitasking”: actividades que se llevan adelante en forma aparentemente simultánea

Las primeras computadoras personales, anteriores a 1985, sólo podían ejecutar un programa a la vez. Así era, por ejemplo, la PC de IBM, que corría con el sistema operativo DOS. Pero a partir de 1985, aparecen tres nuevas computadoras personales con una característica diferente: tienen capacidad “multitasking”, es decir, multitarea. Son el Macintosh de Apple, la Amiga de Commodore y el Atari. Estos sistemas interactúan con el usuario por medio de “ventanas” (windows), nombre que unos años más tarde designará al nuevo sistema operativo de IBM.

Desde el punto de vista del usuario estos sistemas pueden ejecutar varios programas simultáneamente. Pero en realidad no es así. El sistema solo ejecuta una operación a la vez, pero salta tan rápido de programa en programa que el usuario no se da cuenta. Es como un maestro de ajedrez que juega una partida simultánea con 10 oponentes, atendiendo y destrozando secuencialmente a cada uno de los desdichados alumnos. Se llama “partida simultánea”, pero en realidad la actividad que desarrolla el maestro es de tipo secuencial.

El verdadero procesamiento simultáneo existe – en alguna medida – en los modernos microprocesadores, así como también existe – en mayor medida – en el cerebro humano. Por ello es posible que parte de estas operaciones que – según esta teoría – son ejecutadas por un único procesador central, sean en realidad procesadas simultáneamente por diferentes agencias del cerebro.

En todo caso, independientemente del modo en que proceda este “hardware”, el hecho es que gran cantidad de objetos deben ser estructurados en relativamente poco tiempo para generar la experiencia de un “presente” siempre actualizado. Este “presente” surge entonces como resultado de una actividad automática en la cual la conciencia trabaja en estrecha relación con la memoria reciente.

La capacidad de integrar “en tiempo real” (según la jerga informática) señales de los cinco sentidos externos, los dos sentidos internos, la memoria, la capacidad imaginativa y la capacidad abstractiva, muestra una conciencia que emerge como síntesis totalizadora, como experiencia constantemente revalidada del existir. En realidad Descartes no necesitaba observar que “pensaba” para saber que “existía”. En situaciones de silencio profundo, a veces, el hecho de existir queda como único objeto presente en la conciencia. Pero si el silencio se hace aún más profundo, incluso ese objeto puede desaparecer.

La capacidad de realizar actividades en forma aparentemente simultánea (multitasking) es muy similar a lo que estamos proponiendo aquí como modelo de funcionamiento de la conciencia. Los jóvenes de hoy se entrenan “naturalmente” para la realización de actividades simultáneas. Pueden estar mirando una película por televisión, chateando con un amigo, jugando al ajedrez con un tercero, etc. Y todo esto revela la capacidad que tiene la conciencia para trabajar en simultáneo, disponiendo sucesivamente un número de actos de conciencia para cada una de las actividades que se despliegan en cada momento.

12- Actos fallidos y actos con fuerte registro en la memoria

Los actos realizados de los cuales no se tiene registro (por ej. salgo de la casa y a poco me pregunto si cerré o no con llave la puerta de calle) pueden corresponder a un acto que da la orden de ejecutar determinada acción, actuando como “disparador” de un proceso automático, pero que queda como acto aislado, y por tanto no tiene capacidad para generar un registro.

Se necesitan muchos actos sobre un mismo objeto para que este quede guardado en la memoria. Esto explica también porqué los actos más conscientes, es decir, aquellos que se efectúan con un mayor nivel de atención, son los que producen los mas fuertes registros en la memoria.

13- ¿Qué sucede en los “intercambios”?

Los “intercambios” son un ejemplo del pensar grupal. Se presenta un tema como punto de partida, o se lee un texto al respecto. Todos reciben así un objeto de conciencia, que por supuesto no es exactamente igual para todos, pues de entrada cada uno lo interpreta a su particular modo, de acuerdo a los datos de que dispone y a su capacidad de relación.

Pero lo interesante es que ese objeto inicial, parecido pero no idéntico, comienza a relacionarse con las “observaciones” que hace cada uno de los partícipes del grupo. Cada “observación” corresponde a una nueva relación que se ha producido en alguno de los partícipes, y que le ha resultado interesante (y por eso la comenta).

Es una relación entre el objeto de partida y “otra cosa”. ¿En qué momento aparece esa relación? Puede aparecer mientras alguien está leyendo. Alguien está escuchando la lectura, y simultáneamente aparece (en su conciencia) esa relación. ¿Cómo puede ser?

De acuerdo a esta teoría, algunos actos de conciencia se dedican a estructurar el texto que está siendo escuchado. mientras que otros actos de conciencia (entremezcladamente) se dedican a establecer relaciones entre los objetos que se estructuran (a partir de lo que se escucha) y otros datos que están en la memoria. Algunos datos de memoria se emplean en la estructuración de lo que se escucha, y otros datos, para otras relaciones, entre las que puede surgir algo interesante que se terminará por comentar. Todo esto dentro del “mundo” que es la conciencia de uno de los oyentes… De este modo, en forma conjunta, los participantes del intercambio van haciendo crecer el objeto original, y si todo va bien, terminarán todos teniendo objetos “acrecentados” en su memoria.

Ha crecido el “árbol” de relaciones de ese objeto con otros objetos presentes en la memoria. Se ha ampliado la comprensión de ese objeto original por la mayor cantidad de datos involucrados, que participan todos en la construcción de una nueva estructura. Ha surgido una nueva síntesis en la conciencia de cada uno de los partícipes del intercambio. De nuevo: no serán todas iguales, algunos habrán comprendido mejor un aspecto, etc., pero posiblemente todos hayan aprendido algo nuevo, algo que antes no estaba en su conciencia.

14- La actualización del presente en medio de un estudio o una reflexión

Mientras estudio o reflexiono sobre cierto tema (lo cual significa que se producen relaciones entre objetos presentes en la memoria con objetos provenientes tal vez de la lectura de un texto), cada tanto se ejecutan actos que mantienen actualizada la situación física en que se encuentra mi cuerpo. En este caso la conciencia trabaja en estrecha relación con la memoria reciente. A veces tales actos no se efectúan, y entonces entro en un total “olvido” de mi mismo.

En el primer caso (el de la actualización física y el “recuerdo de si”, algunos actos de destinan a tal efecto, mientras que otros se destinan a la actividad del estudio. En el segundo caso (el del olvido de si), todos los actos se destinan a la actividad de estudio y/o reflexión. En esta actividad el interés actúa como aglomerante o concentrador de los actos de conciencia. Cuanto más fuerte sea el interés, mayor será la concentración en el estudio y mayor será también la desconexión con la situación física en que se está.

15- ¿Cómo es que surge la noción del “yo”?

La noción del “yo” aparece cuando cierta fracción de nuestros actos de conciencia se refiere a lo que llamamos “cuestiones personales” (memoria, sensación de sí mismo, imagen de sí). Si uno se pregunta por la forma en que se constituye la imagen de sí, podría recurrir a aquello que le diría a alguien que preguntara “¿quién eres tu?”. La respuesta a una pregunta así podría comenzar (haciéndolo fácil) por el nombre y apellido, edad, lugar de nacimiento, ocupación, residencia habitual, ideología y religión tal vez, y así siguiendo en detalles menores. Como siempre, al tratar de responder a esa pregunta sobre la imagen del “yo”, se respondería por el ámbito de copresencia que puede tener para uno tal imagen. Aquello que no es la imagen de si, pero que le otorga identidad.

A veces por razones accidentales se pierde contacto con algunas de esas imágenes habitualmente copresentes, y en tal caso la persona podría decir que “no sabe quien es”. Se ha perdido contacto con cierta región de la memoria. A la luz de esta teoría es claro que, dependiendo de cuan grande sea la fracción de actos de conciencia que se refieren al “yo”, la noción de éste estará más o menos presente en la conciencia.

Si no hay actos de conciencia que se refieran al yo, este estará momentáneamente ausente (no existirá en ese momento). Uno diría luego que ha estado “totalmente olvidado de sí mismo”. En el otro extremo, si la totalidad de los actos de conciencia se refieren al “yo”, se presentaría un estado de “ensimismamiento”, correspondiente a una conciencia que sólo piensa o divaga sobre la situación personal, desconectada momentáneamente del mundo externo. El autista sería un extremo patológico de esta condición.

En un estado de funcionamiento “normal” la noción del “yo” fluctúa constantemente, apareciendo y desapareciendo según las circunstancias. La conciencia, en cambio, siempre está presente, aunque variando entre estados y niveles.

16- Registro y persistencia de datos en la memoria

Muchos recuerdos no tienen relación directa con el “yo”. Puedo recordar datos históricos, datos de la física o las matemáticas, etc. Pero aquellos recuerdos que corresponderían a acciones en las que ha estado involucrado uno como persona, con el cuerpo de algún modo, sólo persisten en la medida en que el “yo” haya estado presente en el momento de la acción.

El ejemplo típico (que ya hemos mencionado) es este: salgo de mi casa, pero justo antes de cerrar la puerta me “atrapa” una preocupación. De todos modos alcanzo a cerrar la puerta (tal vez dedicando un par de actos de conciencia para dar por iniciado el mecanismo automático correspondiente). Sin embargo, mientras cierro la puerta, aquello que me preocupa ocupa casi todo el espacio de mis actos de conciencia. Camino unos pasos y me asalta una segunda preocupación: no recuerdo si cerré o no la puerta con llave.

Para “estar presente” mientras se produce determinado hecho o determinada acción, algunos actos de la conciencia deben estar referidos al “yo”. El “yo” debe estar en alguna medida significativa en el ámbito de copresencia. En caso contrario, no queda registro de esa situación. Tal vez quede registro, pero no es posible acceder a él en forma normal. Tal vez en esos casos el registro del “yo” actúa como una guía para el acceso a esa región de la memoria.

17- ¿Es posible acrecentar el nivel de conciencia?

La posibilidad de concentrar la atención pasa por el direccionamiento de un gran porcentaje de estos actos de conciencia hacia un objeto, o grupo de objetos específico. El resto podría desaparecer de la conciencia. Un buen día Einstein salió a la calle en calzoncillos, (suponemos que) totalmente absorto por alguna consideración perteneciente al mundo abstracto de las leyes físicas. Si la intención fuera elevar el nivel general de la propia conciencia, la atención debería dirigirse hacia la observación de los mecanismos de la propia conciencia que acompañan y procesan los datos que provienen de los sentidos o de la memoria.

La observación de los procesos mentales se suele llamar “autoobservación” y da origen al estado de “conciencia de si”. En ese estado, o en estados cercanos al mismo, se observa – además de la evidente lucidez -, una mayor disposición y facilidad para comprender cualquier objeto sobre el que se detenga la conciencia. Pero el sostenimiento de ese nivel requiere la disposición de un amplio caudal de energía mental. Esa energía, que se suele llamar “sicofísica”, proviene del funcionamiento del cuerpo y de sus capacidades de procesamiento y transformación. Cuando alguna enfermedad o indisposición altera las capacidades alquímicas del cuerpo, se advierte la dificultad de la mente para ejecutar incluso acciones habituales, como sería la de leer un libro.

Ciertas prácticas que elevan el nivel de energía con que trabaja conciencia, han permitido advertir el registro de que “las cosas se mueven más lentamente”. Dentro de esta teoría podríamos postular que a un mayor nivel de energía puede corresponder una mayor cantidad de actos por unidad de tiempo, de tal modo que a un objeto en movimiento se lo “ve” un número mayor de veces por segundo. Esta habilidad podría estar presente en el ejercicio de algunos deportes, por ejemplo en las artes marciales, donde los maestros parecen tener un dominio acrecentado sobre la observación de los movimientos del oponente.

En sentido inverso, y aparentemente contrariando el postulado anterior, algunas prácticas de meditación (que requieren también de gran disponibilidad energética) producen un enlentecimiento progresivo de los actos de conciencia. En ese caso, se produce primero una “suspensión” del yo, y luego parece detenerse el accionar general de la conciencia, no quedando registros de lo sucedido en ese lapso de tiempo. De dicha discontinuidad se regresa a veces con una estructura de conciencia distinta de la habitual, habilitante para nuevos modos de comprensión, como atisbo de libertad frente al determinismo habitual y corriente.


5 Marzo 2022

Daniel León
drleon2010@gmail.com
Director del Centro de Estudios Humanistas Rosario
Maestro en Disciplina Mental
Parques de Estudio y Reflexión “Carcarañá”


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Fotos durante la reunión semestral y la presentación el 16 de Abril 2022:

Adaptación como artículo online y gráfica: Gabriel Gómez Fiori